«La vida es un regalo y yo estoy vivo de milagro; pasé cien días en coma»

José Francisco Alonso Quelle
josé alonso RIBADEO / LA VOZ

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Pedro Foguete en una imagen de archivo, en el restaurante Casa Foguete de Vilaframil
Pedro Foguete en una imagen de archivo, en el restaurante Casa Foguete de Vilaframil PEPA LOSADA

El hostelero Pedro Foguete, de la histórica Casa Foguete, será homenajeado el día 20 en Ribadeo

12 ene 2024 . Actualizado a las 18:17 h.

Pedro Burgo Rañón, «Pedro Foguete», será homenajeado el próximo día 20 en Ribadeo por amigos y compañeros del sector de la hostelería. Foguete asimila la noticia un tanto abrumado, atendiendo las llamadas de amigos que se ponen en contacto con él desde diversos lugares de España para felicitarlo. Apartado definitivamente de la profesión que le hizo tan popular en los diferentes negocios que regentó -y en particular en Casa Foguete, restaurante que encumbró la exquisita cocina de su madre, Concha, en Vilaframil- por una grave enfermedad, Pedro vive cada día como un regalo. Y así considera este homenaje, que en un gesto de modestia considera inmerecido.

La vida le cambió a Foguete en el año 2012. Ingresó en el hospital por una dolencia y en medio de una visita de su exmujer y amigos, vio muy claro el desenlace: «Noté que me desmayaba. Solo me dio tiempo de decirles, mirando a mi exmujer, me voy, os quiero mucho. Le iba a decir que se lo dijese a Robert (su hijo), pero no me dio tiempo. Me indujeron el coma, ingresé en la uci y, salvo algunos recuerdos esporádicos, que sospecho eran sueños, no recuerdo nada más hasta cien días después, cuando desperté. Me pasaron a planta y, en total, pasé en el hospital cinco meses, del 4 de febrero al 5 de julio».

«Yo hasta el momento nunca había enfermado, incluso pasando largas temporadas sin dormir, por ese estilo de vida que tuve algunas etapas de mi vida y del que no estoy especialmente orgulloso. Pero sufrí una peritonitis bestial y, sí, sin duda estoy vivo de milagro. Después me comentaron que hubo momentos en que sufrí paradas, alguna de hasta cuatro minutos, y que mi estado era tan grave que me dieron por muerto muchas veces, pero me recuperé y salí adelante», señala.

Ese grave episodio le retiró definitivamente de la procesión, dejando atrás una intensa trayectoria, en locales como El Huerto, La Villa, O Piano y, singularmente, el restaurante Casa Foguete, haciéndose merecedor de reconocimientos como el título de Caballero de la Orden del Camino de Santiago, el Premio Nacional al Mérito Hostelero por la Confederación Española de Bares y Restaurantes, un premio de la editorial de Actualidad Económica como emprendedor, y el Plato de Oro de Radio Turismo. De todos modos, del que se declara más orgulloso es del otorgado a su madre, Concha, en el 2006, el premio Álvaro Cunqueiro a toda una vida.

¿Pero cómo era (y es) Pedro Foguete? Quizás se le ajuste como un guante el comentario de una lectora a la noticia del homenaje publicado en La Voz de Galicia: «Comín alí (en Casa Foguete) moitos anos, e trataba coa mesma elegancia a un obreiro que a persoa más ilustre que alí tivese». Pedro responde: «Es muy amable. Siempre tuve presente que hay que agradecer la confianza de la gente, la que tenían en Casa Foguete. Creo que cuento con el cariño de mucha gente, también porque quizás trabajé demasiado con el corazón y poco con la cabeza, pero es mi forma de ser, con miles de defectos y alguna virtud».

Otro, apunta: «Solo era malo para él». Sobre este punto, Pedro reflexiona: «Eso me lo ha dicho mucha gente, pero prefiero no hablar de eso, no me corresponde. Solo digo que no somos solo la persona que está riéndose y tomando copas. Esa es una parte de la persona, pero hay otra detrás, con sus problemas, que sufre, que sigue adelante».

Ahora, con tanto tiempo para reflexionar, Pedro Foguete reconoce que de poder volver atrás cambiaría muchas cosas: «No se trata solo de trabajar y de divertirse, o de lo que piensas que es la diversión. Debería haber hecho otras cosas, dedicarme más a los demás, más positivas, cosas que cuando te ves metido en una vorágine de trabajo y diversión dejas de lado. Y en cuanto al trabajo en sí también cambiaría cosas, por la experiencia adquirida y porque trataría de usar más la cabeza para no tropezar tantas veces en la misma piedra».

Una profesión que, Pedro, reconoce echa en falta todos los días, ahora dedicando su esfuerzo a cuidar a su madre, Concha, de 88 años: «Todos los días me acuerdo de los clientes. A lo largo de mi vida he hecho muchas amistades, que confiaban en nuestro trabajo y que me han tratado siempre con cariño». Y ahora le toca el homenaje, inesperado para él y que le ha alterado el pulso: «Parte de un grupo de amigos que perfectamente podrían ser ellos los homenajeados y no yo. Me ha sorprendido y estoy con un estrés que ni que me hubiese mandado una carta Hacienda o el Juzgado. Ya solo falta que me llame Julio Iglesias». Pedro Foguete, hasta el final, genio y figura.