Natalia Rodríguez: «El vino eco no es como el de casa, a ese puedes echarle lo que quieras»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Pionera de la viticultura ecológica, dejó su carrera de abogada para dedicarse al agro. Bodegas Corisca produce blancos de Rías Baixas que envejecen en botella y que triunfan en EE.UU.

02 jul 2023 . Actualizado a las 22:01 h.

En su primera vendimia, tras dejar su trabajo como abogada para hacerse cargo de los viñedos familiares, Natalia Rodríguez (Vigo, 1971) se dio de bruces con la idiosincrasia del campo, donde sigue habiendo pocas mujeres en la dirección de empresas. Acababa de ponerse al frente de Bodegas Corisca, pero fue relegada por su padre a «buscar las empanadas». Se negó. Ahí empezó a imprimir su carácter a un proyecto personal que triunfa en EE.UU. e Inglaterra y que fue seleccionado por New York Times como uno de los 20 mejores vinos por debajo de 20 dólares. Bodegas Corisca, ubicada en la parroquia tudense de Baldráns, fue la primera bodega dentro de la denominación de origen Rías Baixas en conseguir la acreditación ecológica.

El mundo del derecho al que esta abogada había dedicado diez años de su vida profesional quedó aparcado por las podas, que hace de forma tradicional, con vimbios. También se ocupa, junto al personal, del deshoje, el desbroce de las parcelas y la vendimia. «En ecológico los trabajos son muy manuales, mi viñedo es como mi jardín, de hecho en vez de tener flores, tengo la viña. Pasas y sacas una hoja, cortas una punta... Les digo a las vides: Vamos a la peluquería». Rodríguez se remanga y colabora con el operario contratado por la bodega para las labores de campo, al que se suman trabajadores esporádicos en las épocas de más tarea.

Este año, Bodegas Corisca asumirá pérdidas que rondan el 30 % de la cosecha. «Hemos tenido las condiciones ideales para que se extienda el mildiu, con tanta humedad y una temperatura constante. Me conformo con no perder más de un tercio de las uvas». Podría seguir produciendo al estilo convencional, como hacía su familia, y recogería el doble de racimos, pero disfrutaría menos y le obligaría a renunciar a su filosofía de respeto por el medio ambiente. «Creo que esta es la manera de cultivar. He visto cepas que agotan su vida antes de tiempo porque se les ha explotado. No hay que hacer a la tierra lo que no te gustaría que te hicieran a ti».

A las dos hectáreas que heredó, fue sumando más parcelas hasta conformar la finca actual de cuatro hectáreas en las que produce unas 9.000 botellas, que vende mayoritariamente en el extranjero. El 60 % de su producción va destinada a la exportación: «Cuando empecé, mi primer cliente fue de Inglaterra. Donde mejor me va es en EE.UU., también en Dinamarca y Alemania. En España cuesta más porque existe la idea de que el vino ecológico es como el vino de casa. No es así, en el vino ecológico hay un control, auditorías y un sello; al vino de casa puedes echarle los productos que quieras». 

Blancos que envejecen bien

También el proceso en bodega es ecológico, a base de fermentación espontánea de la uva, sin levaduras artificiales. «Vamos con calma. Con el vino necesitas tiempo y control. No sacamos la añada en diciembre, tenemos un vino que lanzamos en mayo. Nuestro Corisca Finca Muíño tiene un año de trabajo en bodega. Hay que acabar con el tabú de que los blancos no pueden envejecer». Sin prisa, propone ampliar este debate a toda la denominación de origen. El desembarco de Vega Sicilia en Crecente es un ejemplo de que hay camino por explorar en la elaboración de blancos. «El albariño, con su acidez, es una uva que permite hacer vinos que sean estructurados y envolventes con el paso del tiempo, con otras variedades no es posible».

Hija y nieta de mujeres empresarias, nunca ha tenido dudas de ponerse al frente de la bodega en un sector históricamente masculino, sobre todo si se mira a las grandes firmas. «En el campo las mujeres han sido trabajadoras excepcionales, pero silenciosas. Ahora cada vez somos más, aunque el mundo del vino es tradicionalmente masculino, sobre todo en la gestión, en la viticultura sí que te encuentras más mujeres».

Esta letrada, que viene acostumbrada a tratar con colegas del entorno judicial, ha creado también su red laboral en el ámbito de la viticultura. Además de aprender en cursos y seminarios, contacta con otros viticultores ecológicos para compartir experiencias. «Es un cultivo muy individualizado. Tienes que saber cómo están orientadas tus tierras, el tipo de suelo, e ir probando. Solo trabajamos con productos de contacto, desde fuera de la planta». Su nuevo reto es cultivar variedades tradicionales de treixadura y caíño que está recuperando.

Rodríguez no ha perdido su perspectiva como letrada, y sigue viendo la realidad como algo poliédrico. «Adoro estar en la finca, pero tiene sus cosas. La primavera, que le encanta a todo el mundo, en el campo es muy complicada, la naturaleza te desborda. Mi estación favorita es el otoño. Trabajo más que de abogada, pero es un estrés diferente. La vida en el campo me gusta mucho más de lo que me gustaba mi vida de antes».

Su canción favorita

«Don´t stop me now», de Queen. «Este tema me parece una canción muy alegre y positiva y, cuando la escucho, me sube el ánimo. Mis hijos saben que siempre que me piden una canción, elijo esta, porque me dan hasta ganas de cantarla. Aunque en el campo también hay sonidos maravillosos de la naturaleza».